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Niños Artaud


Antonin Artaud nunca quiso que su obra fuera considerada literatura. Del mismo modo, "Artaud", el disco de Pescado Rabioso, nunca quiso ser un disco, sino un gesto de vanguardia, el concepto del álbum está influenciado por la obra de Artaud y expresa la reacción de Spinetta ante la misma, y así surgió "Artaud", una de las obras cúspides de la música latinoamericana. Y para recordar esa gran obra, publicamos esta nota basada en el material expuesto en 1998 desde las Jornadas Artaud en el Centro Cultural Ricardo Rojas. En ese marco, el poeta Arturo Carrera ofreció una disertación con el título "Niños Artaud". La revista Parte de Guerra n° 3 publicó fragmentos de esa disertación, que acá reproducimos.

El título del álbum hace referencia al poeta francés y creador del "Teatro de la crueldad", Antonin Artaud, a quién está dedicado. Artaud fue autor de una vasta obra que explora la mayoría de los géneros literarios, utilizándolos como caminos hacia un arte absoluto y "total". Qué mejor síntesis sobre la vida y obra de Antonin Artaud que la tapa, el pack del disco de Pescado Rabioso; inclasificable, un disco-objeto inadaptado, que denunciaba con su deformidad la cuadratura, la falta de libertad y el sometimiento a la geometría industrial del resto, y el primer problema de ese formato fue ubicarlo en las bateas y discotecas hogareñas.
El concepto del disco está influido por su vida y obra, y expresa la reacción de Spinetta ante la misma.


El disco fue concebido en un momento crucial de la historia sudamericana, de alta violencia política, en el que comenzaban a instalarse dictaduras civico-militares, coordinadas entre sí por medio del Plan Cóndor y apoyadas por Estados Unidos, que anularían completamente la vigencia de los derechos humanos durante dos décadas. Argentina en particular había conseguido que la dictadura autodenominada Revolución Argentina, convocara ese año a elecciones libres, por primera vez en casi dos décadas. El voto popular había dado el triunfo en marzo y por un amplio margen al peronismo, movimiento con el que simpatizaba Spinetta. Pero el gobierno democrático no alcanzaría a consolidarse afectado por violentas confrontaciones que llevarían a su derrocamiento a comienzos de 1976 y a la instalación de una cruenta dictadura que se mantendría en el poder hasta fines de 1983 y que cometería un genocidio y llevaría el país a la Guerra de Malvinas.
Por otra parte, ese momento histórico coincide a su vez con un momento decisivo de la vida personal de Spinetta, en el que conoce a Patricia Salazar, con quien formará una pareja estable durante casi 25 años y con quien constituirá una familia con cuatro hijos. "Las letras de Artaud nacen ahí", dice Gustavo Spinetta, refiriéndose al "mucho amor" que se expresaban mutuamente su hermano y Patricia Salazar. La letra del tema "Por" del álbum Artaud -compuesta por una sucesión de palabras sueltas, todos sustantivos con excepción de la preposición "por" que cierra el poema y da título a la canción-, fue escrita de manera conjunta entre los dos.
En esa encrucijada histórico-cultural y personal aparece Artaud, inspirado precisamente en el sufrimiento y las emociones dolorosas que la vida y la obra del dramaturgo francés Antonin Artaud, produjeron en Spinetta. El músico se identificaba con la dureza del surrealismo, de Artaud y del rock, pero a la vez relacionaba ese momento del país y de Sudamérica, con el anarquismo alienado de Artaud, el nihilismo del rock expresado en las drogas y la "promiscuidad sin sentido", y lo sentía incompatible con su propia visión del rock -expresada en el Manifiesto que Spinetta publica simultáneamente con el disco- y de la vida.
Wikipedia

Spinetta resumía: "Artaud fue un tipo que vivió la vida de un rockero, como si fuese Hendrix". El Artaud-Hendrix spinettiano empujó a muchos a la lectura del poeta, produciendo lo que la revista Algún Día en 1974 llamó "la onda Artaud que se ha desatado en Argentina". Luis Alberto sabía que tenía que ser didáctico: en sus shows exhibía "diapositivos" (sic) con textos de Artaud y entregaba un manifiesto "Rock: música dura, la suicidada por la sociedad", donde denuncia la "profesionalización" y el "negocio" del rock, además de oponerse a la etiqueta de "música extranjerizante" en boga en aquellos días en que el rock era una subcultura de domingos a la mañana y una música "progresiva" que se oponía a la oficial, la "complaciente" de los Palitos y los Sandros.
Aquí, una revitalización de Artaud y su pensamiento, y como dice el Flaco "Cuida bien al niño" ni bien empezado "Todas la hojas son del viento", el primer track del álbum, repartimos el pensamiento Artaud para no olvidar que el rock es, sobretodo, un gran grito de libertad y rebeldía.




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Nota Original


Antonin Artaud nunca quiso que su obra fuera considerada literatura. Del mismo modo, Artaud nunca quiso ser un disco, sino un gesto de vanguardia. Sin embargo, ahora lo es: el mejor de la historia del rock nacional, según esta votación. Es cierto: el álbum de L. A. Spinetta firmado por Pescado Rabioso ("¿Vieron? Pescado era yo"), como si fuera el tercer LP del grupo, y bautizado como el poeta maldito francés, contiene música registrada en unas líneas circulares sobre un plástico negro. ¿Entonces? Entonces empecemos por recordar la mítica tapa, que de mera decoración o funcionalidad tenía poco. Spinetta la llamaba la "deformé". El boceto que le envió al diseñador Juan O. Gatti ni siquiera podría considerarse "estrella", es inclasificable. Claro; el primer problema de ese pack era ubicarlo en las bateas y discotecas hogareñas. Efectivamente, el disco-objeto era un inadaptado: denunciaba con su deformidad la cuadratura, la falta de libertad y el sometimiento a la geometría industrial del resto. Qué mejor síntesis sobre la vida y obra de Antonin Artaud. Decía el escritor francés en "Surrealismo y revolución" (1936): "Más que un movimiento literario, [el surrealismo] ha sido una revolución moral, el grito orgánico del hombre, las palabras de nuestro ser contra toda coerción. En primer lugar, contra la coerción del Padre". Para neurosis de los coleccionistas es imposible encontrar una tapa original de Artaud sin las puntas ajadas: ese desafío a los patrones (padres) geométricos e industriales se pagaba con la degradación. Otra forma de hablar del trágico destino de Artaud. Y eso que todavía no pasamos de la tapa.

Sigamos. En el booklet del disco, que parecía prospecto de remedio, también se leía: "«Acaso no son el verde y el amarillo cada uno de los colores opuestos de la muerte, el verde para la resurrección y el amarillo para la descomposición y la decadencia?» (Antonin Artaud, carta a Jean Paulhan, París, 1937)". De ahí las tonalidades de la portada y el gag de salir a escena con guantes verdes en uno de los shows de presentación del álbum en el Astral, durante la primavera de 1973. En realidad, Spinetta buscaba redimir el mensaje nihilista y el contagio de dolor que acarrea la obra artaudiana. Artaud funcionaba como un antídoto contra Artaud. La contrafigura siempre es Lennon (de ahí el "She Loves You" en el collage de "A Starosta, el idiota"). "Para él [Artaud], la respuesta del hombre es la locura; para Lennon es el amor.Yo creo más en el encuentro de la perfección y la felicidad a través de la supresión del dolor que mediante la locura y el sufrimiento", le aclaraba a Eduardo Berti en los 80. La interpretación spinettiana era bien rockera. En un reportaje de 1973 aparecido en Gente, Spinetta resumía: "Artaud fue un tipo que vivió la vida de un rockero, como si fuese Hendrix". El Artaud-Hendrix spinettiano empujó a muchos a la lectura del poeta, produciendo lo que la revista Algún Día en 1974 llamó "la onda Artaud que se ha desatado en Argentina". Luis Alberto sabía que tenía que ser didáctico: en sus shows exhibía "diapositivos" (sic) con textos de Artaud y entregaba un manifiesto "Rock: música dura, la suicidada por la sociedad", donde denuncia la "profesionalización" y el "negocio" del rock, además de oponerse a la etiqueta de "música extranjerizante" en boga en aquellos días en que el rock era una subcultura de domingos a la mañana y una música "progresiva" que se oponía a la oficial, la "complaciente" de los Palitos y los Sandros. Aquel ritual de mil quinientos roqueros un domingo a la mañana en el teatro Astros era descripto por Jorge Pistocchi en una nota de Pelo: "Cada uno se prepara a entender. Nos dan un papel escrito, con claves que no son gratuitas. En él se reúnen distintos estallidos de Kerouac, Artaud, [Miguel] Grinberg, Thomas Merton, Luis, Timothy Leary, etcétera. Y nos abren el paso". Eran tiempos pre YouTube, tiempos en que los libros y cierta forma de arte alimentaban la idea de contracultura. Hasta el dúo folk naif Vivencia usaba una pintura de Van Gogh en su disco Mi cuarto y los duros de Vox Dei en La nave infernal instalaban un collage de Max Ernst en tapa y un poema de Rimbaud en la contra. En los recitales del Astral, de "teloneras" se usaban películas mudas como El perro andaluz, El gabinete del doctor Caligari y cortos del argentino Hidalgo Boragno, todo musicalizado por El lado oscuro de la luna, Pompa y circunstancia de Edward Elgar y Héroe de guerra de Hendrix.

La palabra clave en la Argentina de 1973 era "liberación". Volvían la democracia y Perón a escena: el candidato del justicialismo, Héctor Cámpora, prometía una "patria liberada". A comienzos de aquel año, los roqueros porteños comenzaron a reunirse los domingos en Parque Centenario para debatir sobre cuál sería el lugar del rock. Músicos como Spinetta, Emilio Del Guercio, Rodolfo García, Gustavo Spinetta (estos tres fueron los únicos músicos que acompañaron a Luis Alberto en Artaud ), Miguel Abuelo y otros se sentaban a la sombra a charlar con periodistas como Grinberg o Pistocchi, y quienes eran su público. "Teníamos una visión más holística de la revolución", nos recuerda Del Guercio.

"Nos preocupaba saber cuál iba a ser el lugar del arte y la cultura en la sociedad por venir, cómo la transformación personal de cada uno y la comprensión del otro podían modificar la sociedad." De ese cuestionamiento total es hija la libertad de Artaud. El rito del Centenario terminó "y ahora nos reprimen igual que antes del triunfo de Perón. (...) Vos sos parte de la liberación. No tiene que ser espectacular, estará formada de pequeños gestos y grandes ternuras", escribía resignado Grinberg en su revista Rolanroc, donde también figuraba el manifiesto "Rock: música dura...". En ese manifiesto, Spinetta recurría a la misma idea "micropolítica" de liberación: denunciaba su "yo enfermo" por su incapacidad de expresarse de manera más directa (más artaudiana), consigo y con los demás. Como su primer disco solista post Almendra, Spinettalandia y sus amigos (72), Artaud funcionaría como un "automanual de autoayuda". Esa autoliberación implica aislarse, despojarse de todos y de todo: otra vez, el Lennon post Beatles que busca purgarse; su mensaje de amor a Yoko redime todo el nihilismo de Artaud. Aquellos 70 eran años de "psicodelia reflexiva", como se puede comprobar en la letrística de Molinari, Smilari o Pappo y su dialéctica de "pensamiento versus locura". A Spinetta, la "divina tragedia del pensar" de Artaud (como la llama Susan Sontag) y el disco El lado oscuro de la luna le sirven para articular esa problemática relación entre alucinación y alienación, como queda claro en las voces internas de "A Starosta" o en "La sed verdadera" y sus enajenaciones espaciotemporales. Otro tema esencial: encontrar una forma de vida en la madurez. Como sucede en Floyd y en el Graham Nash de "Teach Your Children", "Todas las hojas son del viento" provee leves instrucciones para rockeros que van madurando y formando familias, y deben afrontar la paternidad siendo antipaternalistas. El "yo enfermo" que quiere liberarse sabe que "las palabras nunca son/ lo mejor para estar desnudos". Así, Artaud fue un laboratorio de la canción. Por un lado, la letra. Aquí se llega al máximo de desarticulación del discurso poético en "Por", construido a partir de sustantivos sueltos que surgen de las líneas melódicas. Hay un redescubrimiento de la dimensión poética de las palabras que sólo puede lograrse liberándolas de la oración. Por otro, la música. Resaltan los nueve minutos de la "Cantata de puentes amarillos", que continúa el formato fluido de una rapsodia o una canción "muy celular" como la llamaban los Incredible String Band, en quienes los Beatles se inspiraron para "Happiness Is a Warm Gun". El modo en que se canta la palabra-fetiche "mañana" (de ahí viene el que ya es un refrán clásico del rock nacional: "Mañana es mejor") es un punto alto. También la burocracia versosestribillos o tensión-distensión ("Superchería") es puesta en duda. ¿Qué significa que Artaud sea elegido el mejor disco del rock nacional en el año 2007? El paso del tiempo obligó a su reducción: de vinilo con tapa "deformé" a vinilo con tapa cuadrada en los 80, luego cd diez años después, ahora mp3 almacenado en un disco rígido. ¿Qué queda de aquel Artaud que no quería ser sólo un disco sino un acto cultural liberador y lo repetía desde la molestia de su tapa? ¿Sólo grandes canciones? Más: un aura de algo irrepetible. Un pelo de pincel en el color. El aura de una forma de hacer y ser rock más directa, más artística, más artesanal y menos masiva que ya no existe desde 1982. O sea, un ayer mejor: todo lo contrario de lo que el álbum quería enseñarnos en 1973.
Pablo Schanton



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